¿Se imaginan cuál es la profesión más difícil
de ejercer en Berlín? Si, exacto. La de guía turística. ¿¿Cómo?? ¿Que
por qué? Imaginen tener que explicar diariamente al visitante que no se
lee Strabe, que es Strasssssse …
Imaginen tener que, para
saciar el ansia incombustible del turista, estar al día de lo que se
cuece en la escena cultural berlinesa, ¡claro! ¡como es mínima! Y cada
jornada lo mismo, el inexorable día de la marmota. Imaginen tener que
recomendar la gastronomía típica berlinesa... Y, ¿qué comemos hoy?-
Preguntan como pollitos en el nido que reclaman alimento. ¡Dame, a mi, a
mi!... ¡Ah! ¡Esa es fácil! Cómanse un Döner que es algo típico
berlinés. Cara de incredulidad. De menosprecio incluso. Para algunos
esto de “Döner, berlinés” suena como para algunos otros lo de
“Gibraltar, español”. Vamos, que les chirría.